Javier Lazarte
Cuando uno ingresa a la selva acompañado de pobladores de la
zona, se encuentra en un entorno donde sólo existen bosques, ríos, animales y
plantas exóticas; entonces se percibe que todo tiene un orden y que todos los
que viven allí están en su naturaleza común. En cambio, cuando uno viaja en
Lima por la Vía Evitamiento, llega al paradero Setame, en la zona conocida como Cantagallo (frente al cerro San
Cristóbal) y encuentra una comunidad indígena de shipibos bien organizada, uno
queda muy asombrado y se pregunta ¿Cómo sucedió? ¿Por qué están allí? En sus
viviendas se pueden ver dibujos Kene (1),
muchos de sus habitantes son artesanos, otros son artistas, existen desde
curanderos hasta profesores bilingües (shipibo-español). Entonces, se entiende
que esta pequeña parte de la ciudad es, al mismo tiempo, reflejo de esta
cultura específica.
Hoy la comunidad está conformada por 289 familias (2),
cuentan con una escuela bilingüe y están en proceso de reubicación ya que en la
zona donde viven está prevista la construcción del Parque Cantagallo (3), el
cual forma parte de un proyecto mayor: Vía Parque Rímac (4). En ese contexto cabe preguntarse de qué
manera debe vivir una comunidad rural amazónica en una ciudad desértica como
Lima.
Este escenario me llevó a realizar una investigación en donde el hilo
conductor fue la hipótesis de la existencia de un patrón de asentamiento
shipibo que debió ser adaptado a la ciudad. Se intenta encontrar índices de
comportamiento en el medio construido, para ello el estudio se realizó en dos
dimensiones: la colectiva y la íntima. En la primera se analiza la vida en
comunidades shipiba selváticas y en Cantagallo, de esa manera se identifican
mecanismos de asociación, identidad y modelos de crecimiento que puedan ser
adaptados en el proyecto. En la segunda, se analizan las viviendas y la
importancia de un espacio social exterior.
En la selva, el río es el principal flujo de comunicación.
Gracias a él, todas las comunidades generan redes de apoyo, intercambian
productos o simplemente se movilizan de algún lugar a otro. El patrón de asentamiento
está ligado a las redes de parentesco y a las prácticas espaciales de la
comunidad respecto al río. Así, desde el río existe un camino en forma
perpendicular, al final del cual se llega a un gran espacio colectivo –Espacio
social primario- el cual está acoplado a una calle principal que organiza los
diferentes subespacios familiares –Espacio social secundario- en cuyos frentes
se encuentran las viviendas.
En este patrón se puede observar
una transición gradual de lo público a lo privado a través de las distintas escalas
espaciales de la conformación urbana. La gran plaza, rodeada de equipamiento
comunitario (llámese escuela o local comunal); la calle, que relaciona los
subespacios familiares; y finalmente, el espacio social doméstico, el cual
consiste en una extensión de la casa que permite exteriorizar la sala o espacio
social familiar. Todo ello concede riqueza en los grados de privacidad y
promueve la interacción en la comunidad.
En Cantagallo se puede diferenciar tres zonas distintas: en la
primera, más próximo a la Vía Evitamiento, se ubica el Mercado de Malvinas; en
la segunda, existen viviendas taller y habitan algunos shipibos y mestizos; en
la tercera, se ubican viviendas exclusivamente de shipibos. Existen tres
ingresos: dos peatonales y uno vehicular. Para ambos ingresos se debe recorrer
distancias bastante largas, por lo que representan filtros, sin embargo cada
una tiene características particulares. En cuanto escala y actividades en su
recorrido.
DIMENSIÓN ÍNTIMA
La calle se convierte en el
espacio público por excelencia. Los subespacios familiares de la selva, se
yuxtaponen en Cantagallo; por ello, en la calle se exteriorizan muchas de las
actividades de la casa como la sala, la cocina y el área de trabajo. De esta
manera, se reinterpretan prácticas espaciales de la selva. Cuando uno camina
por Cantagallo es muy común ver muchas cocinas caseras que funcionan con carbón
en la puerta de las viviendas, o tal vez alguna mesa con objetos o bancas para
sentarse.
La
forma del asentamiento en Cantagallo ha sido una evolución constante, las
estrategias que han adoptado los shipibos ha sido otorgar cierto grado de
libertad en modificar su medio ambiente para evitar el stress urbano, un
ejemplo de ello es la materialidad que usan en sus viviendas, algunas de caña
para representar espacios selváticos; otras veces pintan sus fachadas para
otorgarle sentido de identidad; han sabido ubicarse en el centro de la urbe,
pero, al mismo tiempo, en un espacio lo suficientemente distante de la trama
urbana. Las calles han ido adecuándose a las necesidades de los pobladores, de
modo que en un momento del día puede ser cocina, por la tarde sala, un fin de
semana estar de reunión, etc.; de esta manera pueden modificar el espacios a
través de elementos móviles para generar diversos lugares.
A partir de esta investigación se plantean una serie de cuestionamientos
para repensar cómo puede ser la vivienda hoy para esta población tan particular.
El proyecto tiene la intención que la relación entre el espacio colectivo y la
vivienda tenga la capacidad de ofrecer lo simbólico y cultural a la vida
urbana; una necesidad indispensable de memoria colectiva; asimismo es una
hipótesis para consolidar la ciudad frente al río, un pretexto para repensar el
borde.
POSICIÓN Y PARTIDO
La primera pregunta que surge es: ¿Dónde deben ser reubicados? Lo común
frente a un proceso de reasentamiento es ser llevados a la periferia de la
ciudad (bajo el artificial pretexto de existir “más espacio libre”), pero mi
posición frente a ello era evitarlo. La razón es bastante lógica; las condiciones actuales de estos espacios tienen
muchos problemas, entre ellos la baja resistencia de los suelos, lejanía de las
zonas productivas y lugares de trabajo, menor oportunidad de acceso al
transporte público y dificultad para alcanzar las redes de agua y desagüe.
Por ello, la idea es propiciar el crecimiento interno, compactando la
ciudad y aprovechando su infraestructura instalada en términos de redes de agua
potable, equipamiento y accesibilidad. Asimismo se pueden conservar las
dinámicas de uso del espacio que los shipibos han desarrollado todos estos años
de experiencia en Lima. Para este fin, una de las posibilidades es utilizar uno
de los terrenos destinados para vivienda dentro del Plan del Proyecto Vía
Parque Rímac y así favorecer nuevas
relaciones urbanas entre la ciudad existente, la nueva área urbana y el río
Rímac.
ESCALA URBANA
La mayor cantidad de proyectos de vivienda por parte del Estado tienen
un denominador común, aprovechar el máximo al espacio construible en desmedro
de otros aspectos importantes, y por
ello tienden a simplemente apilar las viviendas unas sobre otras. De esta
manera (in)voluntaria se crean proyectos que incentivan el aislamiento, las
viviendas no se relacionan unas con otras y las reuniones de propietarios
terminan siendo la única excusa para conocer vecinos.
En la selva la vivienda siempre ha estado ligada a la calle. Son las
plazas, las calles y las terrazas los componentes de interacción que hacen que
el sistema funcione.
Entonces, el proyecto se articula a partir de estos mecanismo: plaza,
calle y terraza; con lo cual la planta baja, media y alta se relacionan de
manera horizontal y vertical a partir de espacios que buscan ofrecer
colectividad. En todo el proyecto se plantean equipamientos como colegio,
lavandería comunal, estacionamiento, área deportiva y sala comunal para poder
satisfacer las necesidades del grupo; asimismo en el primer nivel de vivienda se
ha acondicionado áreas para comercio con el fin de activar el espacio público y
ofrecer la capacidad de generar ingresos económicos para las familias.
VIVIENDA FLEXIBLE
Otra característica de las viviendas construidas en las últimas décadas
se refiere a la poca (o nula) posibilidad de adaptación que ofrecen. Las
viviendas en general se construyen con todos los espacios distribuidos y los
materiales de acabados instalados. Con ello se generan dos situaciones. Por un
lado el precio de la vivienda aumenta, y por consiguiente disminuye la
posibilidad que personas de bajos recursos accedan a ellas. Por otro lado, la
vivienda no permite los cambios que una familia experimenta con los años (mayor
número de integrantes e ingresos
económicos).
El proyecto se piensa como una vivienda semilla flexible. Los núcleos de
servicios (baños y escaleras) se agrupan en un lado y se ofrece, en toda el
área restante, un mínimo de 6 opciones de crecimiento espontáneo (que puede
variar de familia en familia). Además, al ser inacabada, brinda la posibilidad
de personalizar la vivienda al escoger los acabados finales permitiendo así la
apropiación del espacio. Finalmente, el área construida puede aumentar ya que
frece posibilidad de crecimiento en los casos de vivienda dúplex.
MATERIALIDAD
Muchas de las viviendas en Cantagallo están pintadas con dibujos Kene; las líneas y dibujos contienen
símbolos y códigos propios de la cultura shipiba por lo tanto sirven como
mecanismo de identidad frente a otros (diferencia) y consigo mismos (semejanza).
En el proyecto la materialidad del cerramiento de las viviendas es la
madera machihembrada. Se generan
“lienzos” de madera que los habitantes pueden usar para plasmar el kene, así apropiarse poco a poco su
espacio habitable. Con el mismo concepto de generar memoria colectiva se
diseñaron adoquines de concreto que simulan el patrón con el cual ellos llenan algunos
espacios de sus lienzos kene.
CLARIDAD FÍSICA
“Si nuestro objetivo consiste
en construir ciudades para el goce de grandes grupos de personas con
antecedentes sumamente diversos – y ciudades que, además, sean adaptables para
propósitos futuros-, mostraremos sensatez si concentramos atención en la
claridad física de la imagen y que el significado se desarrolle sin nuestra
guía directa… ” (5)
El aspecto cultural es en definitiva el denominador común de toda la
propuesta presentada. En este sentido,
el espacio conformado
por lo permanente
(módulo de vivienda) tiene una fuerza, potencia y claridad tal que
permite flexibilidad en su configuración espacial interior. El espacio tiene
tal fuerza que logra albergar el frenesí del día a día familiar. Tanto la dimensión íntima
como dimensión colectiva
se conjugan para
formar una sola propuesta en el caso de la vivienda. La
plaza, calle y terraza deben, al mismo
tiempo, servir para reunir y para
aislar. Facilitar en los futuros habitantes la generación de memoria colectiva.
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(1) El kené es el término que, en lengua
shipiba, designa al característico sistema de diseño del pueblo shipibo-konibo
y que se expresa sobre diversos soportes como tela, madera y cerámica. Declarado
Patrimonio Cultural de la Nación según resolución del INC (RDN No. 540/INC –
16, abril, 2008).
(2) Población
aproximada, ya que a la fecha, todavía no se cuenta con los datos del Censo que
elaboró Datum en Julio del 2012.
(3) Futuro
parque de 25 hectáreas de áreas verdes, infraestructura deportiva, recreativa y
comercial localizada en Cantagallo (Km 6.5 de la vía Evitamiento).
(4) Proyecto que
comprende la construcción de nuevas vías, aumento de áreas verdes y
mejoramiento de condiciones ambientales de 6 Km del Río Rímac.
(5) Lynch, K.
(1974). La imagen de la ciudad. Buenos Aires. Ediciones Infinito.
P
PPANELES DEL CONCURSO TIL_TALLER DE INTEGRACIÓN LATINOAMERICANO DONDE LA PROPUESTA DE JAVIER LAZARTE FUE SELECCIONADA
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